Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en esta noche
de fìn de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.
Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Así la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.
2 comentarios:
adoro este poema. me gusta en particular la imagen del sapito. por alguna razón (la maestría de cortazar, simple) el diminutivo funciona a la perfección.
es como en una de mis frases favoritas de Los siete locos: ferozmente alegre como un tigrecito suelto en un bosque de ladrillos.
gracias por hacerme acordar de este poema. apoyo tu proyecto (y disculpá la aliteración): ni un día sin poemas!!!
saludos,
carolina
Gracias por leer!
Fue como un encuentro mágico: en el programna de Radio Nacional "Cuentos del mediodía", le dedicaron un programa a Cortázar y leían la frase del sapito como separador. En el momento ni me di cuenta de que fuera un poema de él. Pero me puse a buscar sus textos, y veo al sapito. No pude elgir otro, claro!
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