“Raskólnikov estaba tan fatigado de aquel tiempo, de aquel mes, que no podía resolver cuestiones semejantes más que de una manera: 'Entonces, le mato', pensó con fría desesperación.”
Dostoievski, Crímen y Castigo, Moscú: Progreso, tomo II, pp. 217.
En defensa de la educación y la ciencia
Hace 3 semanas
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