sábado, 29 de octubre de 2011

"La vida no es un sueño", de Calderita Barcarola

Les habla una cocinera
que como toda mujer
hubo oficios de aprender:
hortelana y niñera,
madre, nodriza, partera
y, como todas, aquí,
por las leyes maltratada,
pretendo sea respetada
nuestra forma de vivir,
por ello os he de decir:

Un Papa nos extramura,
un rey de turno obedece
y ordena a sus feligreses
ficción de ley con premura:
disfrazar la dictadura.

El marqués José Vicente
sostiene razón prudente:
fetismo no es humanismo.
Hombre que piensa lo mismo
que mujer, es un valiente.
Entonces, pues, aclaremos
esta fiera confusión
este apriete, esta opresión
por si alguna vez dudamos;
puede que sí pues estamos
en tierra tan singular
que penaliza abortar
cuando la experiencia enseña
que la mujer es la dueña
de no desear maternar.
Sueña la iglesia que sabe, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando
y a todo mundo prohibe
discutir lo que prescribe:
qué delicia es permitida,
cuál guerra es una Cruzada,
qué gente es la inadecuada y
–vaticana y protegida–
cuándo comienza la vida.
¿De qué vida conversamos?
Flores, pájaros, verduras,
animales de pastura,
son vida y no nos culpamos
cuando esa vida acabamos.

No se tome esto a broma:
una pluma no es paloma,
la semilla no es zapallo
y simiente no es caballo.
Hablemos, pues, de persona.
La idealización no evita
conocer algo profundo:
persona se es en el mundo
–aunque sea pequeñita–
si en otro cuerpo NO habita.

¿Es lo humano una ilusión,
una sombra, una ficción?
¿La raicilla, es rabanito?
¿Es la yema un pollito?
¿Tiene un huevito razón?
¿Es la masa un pan horneado?
¿Un poroto, es un guisado?
¿Es un chocho carbonada
o la aceituna empanada?
¿La escama es un pescado?
Tanto ejemplo no es en vano,
el semen no es un enano,
el óvulo no es doncella,
cigoto no es vida bella,
EMBRIÓN NO ES SER HUMANO.


[*Calderita Barcarola es el seudónimo que utilizó la poeta y ensayista argentina Hilda Rais, para la publicación de este poema que satiriza la posición 'fetista' de los debates sobre el aborto, primero en la Revista Feminaria (13/11/94), y luego en el libro Locas por la cocina, editado en el '98. Tomado del muro de Marca de radio, donde lo leyó Liliana Daunes.]

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