"And is it worth it—being responsible? Because if you take your vitamins and pay your taxes and never cut the line, the universe still gives you people to love and then lets them slip through your fingers like water, and then what have you got? Vitamins and nothing."
No sé cómo se llama o si tiene título. Ya preguntaré. Este cuadro de Luis estuvo en casa toda mi vida. Vivió conmigo 14 años en Estrada y 11 en Gutiérrez. Después estuvo con papá, un poquito en Wineberg. Y ahora vuelve a mí, a Grecia. Es enorme para mi depto, pero no me importa. Abro los ojos a la mañana y ahí está: eso es todo, eso es tanto.
La familia de Luis es amiga de mi familia. Para mí es desde siempre porque yo soy la más chica de todos: desde que nací, ellos ya estaban, cuadro incluido.
En lo de mi viejo, además había otro cuadro, "el marrón" (que se va a Mendoza con Sago), y había un mural que Luis le pintó a papá especialmente en el friso del depto: una serpiente emplumada, Quetzalcoatl (cuando vendimos, intenté explicarle a la compradora las bondades del mural, pero estaba medio hecho merda por una filtración de humedad, así que dudo que haya permanecido; ¡y no tengo fotos!).
Habiendo tenido que dudar de tantas cosas en mi vida, las cosas que no son duda, que permanecen, son las que me sostienen, cuadro incluido. Digo cosas y me refiero a personas también. Por eso, cuando alguien que tiene que ver con todo esto me dice que las cosas son cosas y que no importa el cuadro, que hay otros, le digo que no tiene razón para nada. Y entiende.
Como editora, Felicidad MR de Ferguson es libro de cabecera. Supe de su existencia por mis amigos editores y se lo regalé a cuando editor descubrí que no lo conociera.
Entonces, cuando Marti se recibió de Editora el año pasado, salí a las pistas a buscar un ejemplar. La tarea no debería haber sido sencilla, ya que es del 2002, yo lo leí de prestado y todos los que conseguí después, el mío incluido, fueron ejemplares de saldos; y cada vez que vi uno en una librería, lo compré "por las dudas", pero ya no se los veía en los estantes. Como Internet es la fuente de toda alegría, guglié y apareció uno en una librería cercana a mi casa; lo reservé y lo fui a buscar. ¿Qué tenía adentro el ejemplar en cuestión? El autógrafo de su autor con una dedicatoria bastante genial... fechada en Buenos Aires.
[Dice: "Don't worry,
be happy TM".]
La dedicanda seguramente es la dama que le hizo la nota, y a la que le agradezco infinitamente que haya tenido que deshacerse del ejemplar.
El libro empieza así:
Caveat emptor (un descargo de responsabilidades)
Este libro trata sobre el fin del mundo y, como tal, aborda temas tales como los recetarios dietéticos, los gurús de la autoayuda, lo presos que se arrastran por las alcantarillas, los editores desbordados por el trabajo, el hundimiento económico de los Estados Unidos de América y la generalización del cultivo de alfalfa. Y creo que, además, uno de los personajes pierde un dedo en algún momento. Esta es la historia del apocalipsis: Apocalypse Nice. Cuenta una devastadora plaga de felicidad humana, una epidemia de cálidos y atolondrados abrazos, y una misteriosa casa rodante al borde del desierto...
Podría ser peor. La versión original de este manuscrito concluía con una invasión militar a gran escala de Estados Unidos por parte de un ejército de canadienses franceses. Tal cual. Pero mi impasible editor me obligó a suprimir íntegramente esa subtrama, lo cual nos lleva al quid de la cuestión: los editores, ¿un mal necesario o una mala necesidad? (redundante, ¿no? N. del Ed.).
Felicidad MR empezó hace dos años y medio. El punto de partida fue un comentario a la ligera de una agente de promoción editorial en respuesta a una observación mía, a saber, que los autores de libros de autoayuda eran siempre las personas más desequilibradas que uno se encontraba en cualquier gira de presentación. La agente en cuestión contestó, de pasada: "Te diré algo. Si alguna vez alguien escribiera un libro de autoayuda realmente útil, nos veríamos todos en un grave problema". Se refería al mundo de la edición en general, pero mientras su comentario resonaba aún en mi a resuelto cerebro, comprendí que las repercusiones eran muchos peores de lo que ella había imaginado. Si alguien escribiera alguna vez un libro de autoayuda realmente útil, un libro que remediara nuestros males y erradicara nuestros malos hábitos, las consecuencias serían catastróficas.
Me llevó otros dos años reducir la idea a su forma actual. Aun me las arreglaba para simultanear otros encargos y trabajaba en guías de hockey, volvía continuamente a esta única idea central, reelaborándola, reescribiéndola, reestructurándola. En cierto punto, los personajes del libro dieron un golpe de Estado y tomaron completamente el control. Empezaron a dictarme cómo se desarrollaría la narración, o sea que no asumo responsabilidad alguna por lo que hacen Edwin, May o los demás.
Este libro es una obra ficticia. Todo en él es fruto de la invención. Que yo sepa, no existen cosas tales como los árboles de Shilo, ni los MK-47, ni las balas con punta de magnesio. Los términos latinos con los que Edwin bromea son auténticos, como lo son también las diversas teorías de la autoayuda planteadas. Son igualmente auténticos los "intraducibles" que aparecen. Algunos proceden de mis propias notas, tomadas durante mi etapa en Asia, pero en su mayoría han salido del extraordinario léxico de Howard Reinhold, They Have a Word for It. Y puede decirse que ahí termina lo real. El resto del libro es una mentira.
Conviene tener en cuenta que Felicidad MR transcurre en el futuro: el futuro cercano. O digamos, más bien, dentro de diez minutos.
La original (india) de la peli Dil Se, compuesta por A.R. Rahman, escrita por Gulzar, y cantada por Sukhwinder Singh y Sapna Awasthi. Video genial, secuencia de la peli (se pueden activar subtítulos en inglés):
"Chaiyya Chaiyya Bollywood Joint": el remix que suena en Inside Man, de Spike Lee:
Otro tanguito que me gusta demais. Que también me llegó de la mano de Caetano (me mata cuando dice "remaches" en vez de "remanyes", je), y luego de Adriana Varela.
Letra de Celedonio Flores, música de Carlos Gardel y José Razzano.
Caetano Veloso:
Adriana Varela:
Julio Sosa, nos ponemos de pie:
Y Carlitos (¡qué carucha, cómo me gusta!):
Rechiflao en mi tristeza hoy te evoco y veo que has sido
en mi pobre vida paria solo una buena mujer;
tu presencia de bacana puso calor en mi nido,
fuiste buena, consecuente, y yo se que me has querido
como no quisiste a nadie, como no podrás querer.
Se dio el juego de remanye, cuando vos, pobre percanta,
gambeteabas la pobreza en la casa de pensión;
hoy sos toda una bacana, la vida te ríe y canta,
los morlacos del otario los tiras a la marchanta
como juega el gato maula con el mísero ratón.
Hoy tenés el mate lleno de infelices ilusiones,
te engrupieron los otarios, las amigas, el gavión;
la milonga entre magnates con sus locas tentaciones
donde triunfan y claudican milongueras pretensiones
se te ha entrado muy adentro en el pobre corazón.
Nada debo agradecerte, mano a mano hemos quedado,
no me importa lo que has hecho, lo que haces, ni lo que harás
los favores recibidos creo habértelos pagado
y si alguna deuda chica sin querer se me ha olvidado,
en la cuenta del otario si querés se la cargás.
Mientras tanto que tus triunfos, pobres triunfos pasajeros,
sean una larga fila de riquezas y placer;
que el bacán que te acamala tenga pesos duraderos,
y te abras en las paradas con cafishios milongueros,
y que digan los muchachos: "Es una buena mujer."
Y mañana cuando seas descolado mueble viejo
Y no tengas esperanzas en tu pobre corazón;
si precisás una ayuda, si te hace falta un consejo,
acordate de este amigo que ha de jugarse el pellejo
p'ayudarte en lo que pueda, cuando sea la ocasión.
"... los seis agazapados en torno al sabroso volátil. Como siempre, yo abrí el banquete comiéndome la rabadilla. La ceremonia umu takapu empezaba a serme harto familiar, pero nunca me resultó tan alegre como aquella noche."
Aku-Aku: el secreto de la Isla de Pascua, de Thor Heyerdahl, traducción de Antonio Ribera, Barcelona: Juventud, 1959.