"¿Acaso todavía hay mentes lo bastantes ingenuas para pensar que las teorías sirven para ser creídas? Las teorías sirven para irritar a los filisteos, para seducir a los estetas y para que los demás se rían."
"Por debilidad, acabé confesándolo todo. Quería que por lo menos una persona estuviera al corriente de mi hazaña. Aceptaba morir de amor, pero era necesario que aquello se supiera.
Entonce mi madre se enfrascó en una explicación de las leyes del universo. Dijo que, en este mundo, había personas muy malas, y en efecto, muy seductoras. Afirmaba que, si quería ser amada por alguna de ellas, solo existía una solución: yo también tenía que portarme como una malvada con ella.
-Debes comportarte con ella igual que ella se comporta contigo.
-Pero eso es imposible. Ella no me ama.
-Si eres igual que ella, te amará.
La sentencia era inapelable. Me parecía absurda: a mí me encantaba que Elena no tuviera modales. ¿Qué sentido podía tener un amor concebido como un espejo? No obstante, resolví probar la técnica de mi madre, aunque solo fuera a título experimental. Partía del principio según el cual una persona que me había enseñado a atarme los cordones de los zapatos no podía decir cualquier cosa."
"Hay que desconfiar de las flores. Sobre todo en Pekín."